miércoles, 14 de abril de 2010

A propósito del 40 Aniversario de la Defensa Pública de Costa Rica


A Propósito del 40 Aniversario

Diego Arce Mata*
Orgulloso de pertenecer a la Defensa Pública, una Institución desde mi punto de vista no sólo importante sino necesaria hoy más que nunca ante los ataques despiadados y las amenazas constantes de más represión y “super mano dura”, me permití asistir a celebrar con ella sus cuarenta años de existencia en Costa Rica.
Sentado en un lujoso auditorio instantes antes de que entonaran el Himno Nacional de Costa Rica con el cual se dio inicio a la celebración, leía el Programa del Evento y me enorgullecía al ver que figuras como Luis Paulino Mora, José Manuel Arroyo, Ana Virginia Calzada, Javier Llobet, Elías Carranza y gran cantidad de conferencistas y servidores judiciales extranjeros habían sacado un espacio de su valioso tiempo para homenajear con sus discursos a una Institución como la Defensa Pública. Y así fue, el primer día de celebración se vio inundado de halagos hacia la Institución por su incansable labor humanitaria.
Mi sorpresa y por lo visto en las reacciones de la mayoría de los asistentes, la sorpresa de muchos, se dio en el segundo y último día de la celebración con ocasión de la mesa redonda denominada “Visión de Género para un Adecuado Acceso a la Justicia”, en el cual participaron Noyme Yore Ismael (Defensora General República de Paraguay) y Zarela Villanueva Monge (Vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica). La sorpresa vino precisamente durante la intervención de esta última, donde se dejó decir, palabras más palabras menos, que la Defensa Pública era en parte responsable de una inequidad social al defender únicamente a los imputados que según estadísticas eran en su gran mayoría hombres y que por consiguiente las víctimas -en su mayoría mujeres- no tenían la oportunidad de contar con una asistencia profesional como sí la tenían los imputados.
Después de tan desacertado comentario y luego de ver a la mayoría del auditorio inquieto, tuve la intención, en el período de preguntas del público, de levantar la mano para dar mi opinión pero la combinación de un poco de vergüenza, poca experiencia, mi condición de asistente jurídico y el reto de cuestionar las palabras de la Vicepresidenta de la Corte, hicieron que mi mano no se levantara. Dichosamente hubo una persona que si tuvo el valor de levantarla y que no solo me tranquilizó -al dar una opinión que se asemejaba en mucho a la mía- sino que salió en defensa de la Institución, como aquella que no quiere que un extraño llegue a estropear una fiesta. Doña Rosario Fernández (ex jefa de la Defensa Pública), tomó el micrófono y también, palabras más palabras menos, expresó su descontento con el comentario de la magistrada, al que llamó como “fuera de lugar” y arremetió con fuerza pero con elegancia en contra de la idea de cuestionar a la Defensa Pública por defender sólo a los imputados y no preocuparse por las víctimas; “para eso está el Ministerio Público”, externó doña Rosario. Su intervención se vio coronada con una lluvia de aplausos que dejaron claro el sentir de los presentes ante esa situación.
Mas allá de lo obvio que resulta decir que el trabajo de la Defensa es defender a los imputados y no a las víctimas, en mi opinión concluyo que en realidad la magistrada al hacer su intervención no estaba pensando que la Defensa Pública es una defensa de los hombres, ya que eso sería tan absurdo como que pensáramos que para corregir esa situación tendríamos que pedirle al Ministerio Público que empiece a acusar más mujeres.
En realidad hay un sentir oculto en ese mensaje de la magistrada que es el sentir de la gran mayoría de las personas en el país: “¿Cómo es posible que exista una Institución que defienda a los criminales?”; esa es la pregunta más frecuente que se hacen las personas y tal vez, eso sí de una manera más cuidadosa y menos directa, eso quiso decir la magistrada al expresar que la Defensa Pública debería también empezarse a preocupar por las víctimas(mujeres) y no sólo por los imputados(hombres).
Sea como sea existe una gran incomprensión de la labor de la Defensa Pública, incomprensión que se evidencia de muchas formas: algunas personas (ciudadanos en general) externan que la Defensa Pública defiende violadores, asesinos y ladrones; los medios de comunicación constantemente critican los casos en que hay una absolutoria o cuando no se encierra a una persona en prisión preventiva por los alegatos de la Defensa, magistrados que escriben en un periódico nacional que el sistema es permisivo y alcahueta con los delincuentes y en este caso, una magistrada que critica porque se defienden más hombres que mujeres.
Cuarenta años no han sido suficientes para calar en la consciencia de las personas sobre la importantísima labor de la Defensa Pública y lo esencial de defender las garantías y derechos de las personas acusadas y quizá ningún número de años sea suficiente para ello, pero mientras la institución siga teniendo de su lado más personas como doña Rosario, que estén dispuestos a levantarse y defender la Institución con un gran convencimiento en los casos en que sea blanco de críticas, creo que seguiremos teniendo un institución fuerte y decidida a luchar contra todos aquellos que de una u otra forma reprochen nuestra labor y contra aquellos que nos tachen de “defensores a ultranza”, o de “defensores de delincuentes”; y ojalá pronto nos levantemos todos y digamos: “sí, y a mucha honra”
*Auxiliar Jurídico. Defensa Pública de Cartago

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